Andanza
X: Aoiz - Araitz, Valle de
Día:
16/02/2014
Los
designios del Señor son inescrutables (Isaías, 55). Hoy echamos mano de citas
bíblicas y traemos a colación este dogma del providencialismo porque ocurre a
veces que durante la puesta en práctica de una idea determinada y a pesar de no
haber existido una intencionalidad primera al respecto, se hilvana cierta
casuística (si es obra del Señor o del azar lo dejamos a la discreción de cada
uno) de la que terminan derivándose otros objetivos inicialmente no previstos,
aunque generalmente tiendan a demostrarse como complementarios respecto a los
primitivos. Y viene a cuento lo anterior dado que conforme avanzamos en esto de
“Navarra de la A a la Z”, sin ninguna pretensión didáctica en origen, se nos ha
venido perfilando una especie de tendencia pedagógica activa y sobre el
terreno, divulgada por este medio a través del método descriptivo-socarrón. De
manera que, mudados en involuntarios pedagogos de tres al cuarto, nos hemos
convertido en víctimas de nuestras propias inercias, cuyas sinergias se ven
obligadas a continuar expresándose mediante la fórmula inductiva, presta a
estimular la reflexión respecto a las excelencias del entorno geográfico de
este Viejo Reino. Culpable es ese agradecido “Me gusta” o ese gratificante
comentario jocoso-festivo-dominical que nos aguijonea a continuar. Detrás
están nuestr@s muy querid@s y fieles incondicionales -alguna de ellas ya hasta
nos patrocina-. Sirva esta perorata de tributo.
Bueno,
al grano. Hoy partimos hacia Aoiz. Como siempre buscando la ruta alternativa,
la de curvas, la que mejor gasta las gomas de la moto. Es por ahorrar.
Accedemos a la localidad desde el sur, a través de una serie de glorietas que
falsean los sentidos, o sea “que pueblo más feo”. Pero no, se trata de un
espejismo. Aoiz se instala en tierra de transición, a las puertas de las cuencas prepirenaicas frontera de la Zona Media de Navarra, y antes de
que se inventaran las motos, el viajero accedía al pueblo a través de su
magnífico puente medieval de cuatro arcos, testigo del discurrir de las aguas
del río Iratí, cuya diligencia encamina al curioso hacia el centro histórico,
bien dotado de casonas de sillar, blasones y portaladas con reminiscencias del
último gótico.
Pero como hoy hemos sido madrugadores y
diligentes, hay tiempo; pero… ¿suficiente para ir hasta el valle de Araitz,
nuestro próximo objetivo en lista? Finalmente, tras disputado cónclave
decidimos que sí.
Llegados a Irurzun, nada mejor que elegir la
antigua carretera NA-7300, ahora sin tráfico, y que serpentea durante varios
kilómetros a la par que el río Larraun. La bajada de Azpiroz es de las de gozar
en moto pero muy sinuosa hasta Betelu, donde ya se alcanza la puerta del valle.
Araitz lo componen cinco concejos: Arribe-Atallu (su capital y concejo doble),
Azcárate, Gaintza, Inza y Uztegi. Situado al noroeste de Navarra, lo cierra al
sur la sierra de Aralar y tiene muga con Guipúzcoa.
La naturaleza ha sido generosa con estas tierras.
Belleza para dar y tomar encerrada en pocos kilómetros cuadrados, tanta que
satura los sentidos con riesgo de contraer el síndrome del turista “no me
entero de na”. Inza es el primer pueblo que nos recibe, pero no hay tal, pues
no existe casco urbano, solamente caseríos diseminados. Uztegi es un escenario
de película, no sólo por sus paisajes sino porque aquí se rodaron escenas de la
película Akelarre y según dicen, en el siglo XVI, año arriba año abajo, los
lugareños le tenían cierta afición al macho cabrío y parece que terminaron
mosqueando al Santo Oficio. Seguidamente se encuentra Gaintza, a la falda del Hirumugarrieta
(1.431 m), con sus antiguos caseríos dotados
de ancestrales escudos nobiliarios.
Arribe
es un pueblo estirado, tanto que se ha unido a Atallu, pues no existe
discontinuidad entre ambos. Representativo de Arribe es el arco apuntado situado en la base del torreón de su iglesia, que le
otorga un cierto aire medieval al conjunto. Finalmente, nos
encaramamos hasta Azcárate y es que la subida se las trae. Aquí, la sombra del
Balerdi es alargada. No es la cumbre más alta de Aralar, pero su perfil lo
convierte en la más característica y visitada por los montañeros.
¡Vaya!,
son las 14:15 y una señora muy amable de Arribe nos persuade de que esa hora es
muy mala para andar por la calle con el estómago vacío y de que nuestra casa
está muy lejos. Nos despacha, de su parte, a una casa de comidas en Lekunberri,
“Albi Taberna” se llama. Nosotros no queríamos, pero es por no hacerle el feo.
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