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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Bakaiku - Barañáin - Barásoain


Andanza XXII: Bakaiku - Barañáin - Barásoain

Día: 03/08/2014

Ha pasado más de un mes desde que sustanciamos nuestra última andanza y dimos por finiquitados todos los municipios de Navarra cuyo nombre comienza por la letra A. Hoy, tras las peripecias vacacionales veraniegas, volvemos por nuestros fueros estrenando la siguiente, o sea la “B”. Como “Quien mucho abarca, poco aprieta”, para esta jornada únicamente tres pueblos son los elegidos: Bakaiku, Barañáin y Barásoain, que ya están lo suficientemente distantes entre sí como para hacernos pasar una mañana entretenida.

 
Nuestro primer objetivo nos obliga a poner rumbo hacia la Barranca, atravesando una Estella en pleno bullicio festivo. El día es agradable, aunque nubarrones amenazadores pululan por ahí arriba con intenciones más que dudosas. El puerto de Lizarraga contempla nuestro paso con indiferencia. Ya nos conoce, pues últimamente lo desperezamos de su letargo muy a menudo con el ronco rugir de nuestra GS. Seguramente por ello se acuerda de los ancestros que nos dieron origen, aunque no dice nada.

 
Como ya hemos descrito en otras ocasiones las excelencias del paisaje de la vertiente norte de las sierras de Urbasa y Andía, no vamos a reiterarlas. Iremos al grano, es decir a retratar las que correspondan a la localidad de Bakaiku. El término municipal de esta localidad se extiende, alargado y estrecho, en dirección sureste-noroeste. El pueblo se divide en cuatro barrios, en los que se alzan imponentes caserones típicos de la zona, con grandes portalones de arco de medio punto blasonados y tejados a dos o cuatro vertientes con espléndidos aleros. Como todo el valle de la Burunda, el municipio se encuentra situado en un corredor natural y estratégico entre Álava, Navarra y Guipúzcoa,  zona de paso permanente y sometido a guerras y destrucciones, que ha sufrido las consecuencias de los enfrentamientos del Reino de Navarra con Castilla, de las guerras napoleónicas y de las Guerras Carlistas. Una leyenda cuenta que de los bosques de Bakaiku salieron los robles con cuya madera se construyeron los timones de los galeones de la Armada Invencible.


Esas nubes de mal augurio que nos vienen acompañando toda la mañana parece que no se deciden a soltar su contenido, igual es que las hemos juzgado mal y no son tan fieras como parecían. Se lo agradecemos enormemente y continuamos nuestro camino por la autovía de la Barranca en dirección hacia Pamplona. Rápidamente nos plantamos en la capital del reino y de ahí en la vecina Barañáin, cuyo término municipal limita con los barrios pamploneses de Ermitagaña y Mendebaldea por el Oeste. Barañáin se encuentra en una meseta ceñida por los ríos Arga y Elorz, cuya acción erosiva ha creado barrancos con pendientes que se suavizan progresivamente hacia el Oeste, donde ambas corrientes confluyen.

A mediados de los años 60 se inició un rápido crecimiento urbano de Barañáin, mimético al de la capital. El pueblo viejo, que no tenía más de 100 habitantes, se transformó apresuradamente hasta convertirse dos décadas después en la tercera población de Navarra en número de habitantes. Pero en un principio las relaciones entre los moradores del núcleo original y los de las nuevas urbanizaciones fueron tensas. Los naturales del lugar veían a los nuevos colonos como invasores de sus terrenos. Un sentimiento natural porque las urbanizaciones habían destruido su paz y tranquilidad. Finalmente, el  28 de diciembre de 1984 se proclamó la segregación de Barañáin de la Cendea de Cizur, a la que pertenecía, y se constituyó como municipio independiente. Como curiosidad, cabe citar que en Barañáin se ubica la única iglesia ortodoxa de Navarra, está en lo que fue el antiguo templo católico del pueblo viejo.

Pues nada, arreando hacia Barásoain. Cogemos la N-121 dirección sur hacia Tafalla y en un plis plas nos plantamos en esta localidad. Es Barásoain una villa bonita, pulcra y bien cuidada. Atrayente resulta su concepción urbanística, con la sucesión de sus tres plazas. Abundan las viviendas de sillar y sillarejo que se fechan en los siglos XVI y XVII; las pertenecientes al primero abren sus puertas con amplios arcos de medio punto o, en ocasiones, ligeramente apuntados como reminiscencias del XV, mientras que las del siglo XVII conforman bloques horizontales con accesos adintelados. Muchas de ellas enriquecen sus frontis con escudos labrados en la clave del arco pertenecientes a los nobles linajes de la Valdorba. 
 
Por su monumentalidad y bellas proporciones se impone el Palacio de los Azpilicueta, un edificio de finales del siglo XVI mandado construir por Martín de Azpilicueta “el doctor Navarro”, economista, jurisconsulto y teólogo, precursor de la economía moderna y de los principios básicos de la macroeconomía, considerado como uno de los más importantes intelectuales de su tiempo.


 
Hala, lo dejamos ya que es la hora del vermouth. Nos vamos a Tafalla, a “El Paso”, un bar del Oeste y motero, a sacudirnos el polvo del camino.



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