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martes, 15 de diciembre de 2015

Valle de Arce

Andanza XV: Arce, Valle de


Día: 06/04/2014
Rediós, qué difícil nos lo han puesto hoy. La culpa la tiene el valle de Arce, que es algo así como un valle de cuento. Recorrer el valle de Arce no es tarea de pusilánimes, ni es cosa de turistas, se requiere al menos el título de viajero, o mejor el de aventurero, o mejor todavía el de explorador. El municipio está compuesto por ocho concejos: Arrieta, Artozqui, Azparren, Lacabe, Nagore (su capital), Saragüeta, Uriz y Villanueva de Arce; y por catorce lugares habitados (o no): Equiza, Espoz, Gorraiz de Arce, Gurpegui, Imizcoz, Lusarreta, Muniáin de Arce, Osa, Uli Alto, Urdíroz, Usoz, Zandueta, Arizcuren y Arce. Se ubica en la montaña prepirenáica, por encima de Aoiz. 

La carretera que desde esta localidad se dirige a Burguete corta verticalmente su territorio al oeste y el río Irati al este. Sus pueblos se reparten a modo de laberinto por toda su geografía, diseminados entre prados y florestas, en las alturas y en el llano. Para llegar hasta alguno de ellos ni siquiera existe carretera de asfalto, y si alguna vez lo tuvo ha desaparecido por arte de birlibirloque.  La suma total de sus habitantes no alcanza las 300 personas, los más poblados no llegan a los 50 vecinos, unos cuantos tienen 1 ó 2 lugareños y otros se han quedado desiertos.
 
La conjunción de todas estas circunstancias confiere al valle un manifiesto sabor a rusticidad, lo que unido a su excepcional naturaleza hacen de él un lugar paradisiaco para los amantes de la naturaleza y sobre todo del sosiego.  Por ello, quien guste viajar con ojo crítico no tiene necesidad de irse a Vietnan (que tampoco está mal, creo), pues es posible conseguir sensaciones parecidas aquí al lado. Como ejemplo está Gorraiz de Arce. Allí no llegan ni las líneas telefónicas, ni la cobertura de móviles y la electricidad no sabemos, porque se veía alguna placa solar. Vive una única familia aislada del mundo, en paz con Dios y con el Diablo, en medio de la nada pero gozando del todo, o al menos eso es lo que dicen ellos.

 
Tan singular es este valle que gracias al escrutinio que le hemos realizado, alcanzamos a desvelar un gran misterio. Me explico: cuando uno es mocete y revoltoso, los progenitores suelen tener a bien amenazar con aquello de “pórtate bien o viene el Coco y te lleva”. Generalmente a casi cualquier nene se la refanfifla el Coco, sobre todo a los de última generación; pero resulta que el susodicho Coco no es fruto de la imaginación calenturienta de los padres desesperados y el lugar donde se lleva a los angelitos sediciosos existe y mira por dónde está en el valle de Arce. Está en Zandueta, se llama Dianova o algo así, y aquello está lleno de nenes y nenas alborotadores, aunque no son tan nenes pues tendrán una media de 14 ó 15 años. Cocos hay alguno que otro, ejerciendo la custodia de los allí confinados mientras purgan sus culpas. Por cierto, el aspecto de estos Cocos es de lo más normal, no tienen cuernos ni verrugas en la nariz.

En fin, para terminar y celebrar el espléndido día que nos ha hecho, hoy sí que nos vamos a dar un homenaje, sin remordimiento alguno y en Nagore, que para eso tiene paseo marítimo, bueno más bien pantanítico. En el restaurante Txalaparta, del que ya hemos hablado en alguna otra ocasión, ya conocen nuestra enfermedad y también que no tiene cura, por eso nos aplican unos buenos cuidados paliativos a base de remedios caseros cocinados en sus fogones.













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