Andanza XVII: Arguedas - Aria - Aribe
Día: 27/04/2014
Terminó la
Semana Santa y también la Cuaresma, de escrupuloso respeto, así que reanudamos
con gozo ansioso nuestras andanzas moteras. Tres villas tenemos anotadas para
el día de hoy en el cuaderno de bitácora, que de nuevo presentan entre ellas un
fuerte contraste geomorfológico. Son: Arguedas, Aria y Aribe. De la Ribera al
valle de Aezkoa, del semidesierto al
frondoso Pirineo. ¡Redios! Qué tierra esta tan extrema y atrayente, qué panzá
de kilómetros nos vamos a dar otra vez.
Bueno, el caso es que hacía tiempo que no nos
correspondía visitar la Merindad de Tudela y ahora toca. La localidad de
Arguedas se localiza en la comarca geográfica de la Ribera de Navarra. Se
asienta plácidamente sobre una planicie a las faldas del monte del Yugo,
haciendo frontera natural con la margen izquierda del río Ebro y con el Parque
Natural de las Bardenas Reales, ese agreste paraje declarado Reserva de la
Biosfera y considerado como el primer desierto de Europa. Arguedas fue tierra
de moros hasta el año 1084, cuando el rey Sancho Ramírez (rey de Pamplona y
Aragón) conquistó la villa junto con otros territorios del valle del Ebro bajo control
musulmán. El pueblo se extiende longitudinalmente con esa fisonomía tan
característica de la Ribera, en la que el ladrillo sustituye a la piedra en los
edificios más señeros. En el término municipal de la villa está ubicado el
Parque de Senda Viva, uno de los
principales focos de atracción de turismo rural de Navarra.

Hemos de abandonar
Arguedas rumbo al Pirineo porque el tiempo apremia. El GPS nos dice que tenemos
127 kilómetros por delante hasta Aria, en el Valle de Aezkoa. Tanto Aria como
Aribe, aunque se integran en este valle son villas independientes, si bien
pertenecen a la Junta del Valle de Aezkoa. Aria es uno
de los pueblos más recónditos del Valle y que mejor
ha conservado su personalidad. Apartado en el monte y rodeado de bordas con
tejados de tablilla, es puro reflejo de la ruda vida pirenaica
del ganadero. Es el pueblo con más
hórreos del Pirineo, tiene cuatro y curiosamente tienen nombre propio, se
llaman: Etxeberri, Xamar, Jauri y Apat. Qué bonito es
vivir en un paisaje idílico como éste, que parece de cuento de los hermanos
Grimm, pero que lejos está la civilización.

Aribe está cerquita de Aria, a 2,2 kilómetros más
abajo, y comparado con éste es una ciudad cosmopolita -ninguno llega a los 70
habitantes-, pero se encuentra en una encrucijada de caminos naturales que
comunica a todos los pueblos del valle.
Este bonito pueblo es conocido por sus aguas medicinales y tuvo un balneario
que funcionó hasta los años veinte del siglo pasado. También tiene su hórreo,
Domentx para los amigos.
Las gentes de
Aezkoa tuvieron un punto belicoso en su tiempo, se dice que fueron ellos los
que apalearon a Roldán en Roncesvalles y también los que hicieron huir con el
rabo entre las piernas (en sentido figurado) a Miramamolín en las Navas de
Tolosa, y si no, ahí está la fábrica de armas de Orbaiceta. Así que ciudadín,
cuidadín, y para no mosquearlos y agradecer su gentil hospitalidad hemos
decidido hacerles el honor de comer algo aquí; que conste que no es gula, es
gratitud. La posada de Aribe, de nombre homónimo, parece sitio de buen yantar.
¡Hala!, de bien nacidos es ser agradecidos.
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