Andanza XLV: Donamaría - Doneztebe/Santesteban
Día: 19/04/2015
Despacio,
con parsimonia, casi sin darnos cuenta la primavera se ha ido apoderando de
campos y florestas. La mudanza de colores es ya irreversible y una vez
más, siguiendo su inmutable proceso cíclico, el esplendor cromático ha dado
buena cuenta de la monotonía invernal. Y como los entornos son caprichosos, a
éste de hoy le gusta significarse como a un pavo real en celo. Pues sí,
volvemos a la montaña navarra en el momento en que se encuentra desplegando la
cola para deslumbrar a sus naturales, que ya deben estar acostumbrados, y más a
quienes peregrinamos por aquí, que no lo estamos tanto. En fin, la cosa es que
hoy toca visita a Donamaría y a Doneztebe/Santesteban.
Donamaría es de esos
sitios que dan cumplida contestación a aquellos que alguna vez se han
interrogado sobre el porqué las gentes de la montaña tienen ese arraigo tan
enérgico hacia su tierra. Pues a la vista está, y aquí hasta el más insensible
observador termina por comprender esos apegos.
Donamaría se
encuentra en el Alto Bidasoa, en la comarca de Malerreka, a unos 50 kilómetros de
Pamplona. Es un municipio expandido compuesto por los barrios de Askárraga,
Artze e Igurin y por el lugar de Gaztelu. Su caserío se encuentra muy
diseminado, concentrándose el núcleo principal en torno a la iglesia de Santa
María, que ha cedido el nombre al pueblo. Recorrer todos sus barrios es tarea
de exploradores, y de no ser por los milagros de san GPS, al que hoy hemos encendido
una candelilla, hubiésemos fenecido en el intento. Pero ha merecido la pena
enredarnos en este laberinto de encrucijadas y sentir envidia de sus moradores,
privilegiados acaparadores de naturaleza, aunque sólo sea durante el fin de
semana.
Partimos con pesar
de Donamaría hasta la cercana villa de Doneztebe-Santesteban, pero pronto se nos olvida la consternación, tan
pronto como nos internamos en esta elegante y bulliciosa población, antaño
pueblo de mercaderes y que hoy se mantiene como centro de servicios de la
comarca. Tiene algo menos de 1700 habitantes, y sin embargo sus inquietos
vecinos la hacen tan estrepitosa que parece que tuviera muchos más. Si de
alborotar se trata, qué mejor que elegir el día de hoy por parte de sus vecinos
para celebrar la exaltación del acordeón. Así que, en tropel, multitud de sus
parroquianos se han colgado este instrumento y calle arriba, calle abajo, se
han dedicado a amenizar a tirios y troyanos, entre ellos nosotros mismos, que
nos hemos topado de bruces con tan animada orquesta.
Y por lo que parece, los regocijos de este pueblo
vienen de antiguo, pues ya Camilo José Cela en 1952 escribía en su obra
"Del Miño al Bidasoa": «Santesteban es un pueblo bonito y
bien situado, con un frontón donde no para jamás de sonar la pelota y unos
canutillos de confitería, los canutillos de la Joshepa, que son tan capaces de levantar
a un muerto como de espabilar a un lelo».
Toca regresar y para
ello elegimos rodar por unas carreteras y paisajes casi de fantasía.
Circular entre Santesteban y Jauntsarats, capital de Basaburua, por la NA-4040,
NA-4114 Y NA-411, debía ser de obligado cumplimiento por aquello de educar los
sentidos, pues contemplar semejante espectáculo de la naturaleza resucita al
muerto ese del que hablaba Cela mejor que los canutillos, y si además ese
muerto resucitado se para a comer en la venta de Jauntsarats un arroz caldoso y
unas kokotxas en salsa regadas con clarete de lágrima a su precio justo, es que
se vuelve a morir de gusto.
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