Muchos lingüistas han intentando
dar explicación al origen del nombre de Corella. Pero nos vamos a quedar con la
más curiosa de todas. Cuenta la leyenda que el nombre está inspirado en el
escudo de la ciudad, en el que se puede apreciar un conejo perseguido por una
águila. Un día contemplándolo, cierto rey y su lacayo porfiaron al respecto
diciendo: "corre él" (el lacayo), "corre ella" (el rey). No
hace falta explicar quien se llevó el gato al agua.
En fin, después de matar el
gusanillo estomacal en uno de los bulliciosos bares de Corella, nos vamos hacia
Cortes, el pueblo más septentrional de Navarra, o sea el último según se mira
pa bajo. Cortes tiene unos 3200 habitantes repartidos por un casco urbano
flanqueado a su derecha por el río Huecha, y del que alguna de sus calles viene
a morir ya en la provincia de Zaragoza.
También en Cortes asoma el
mudéjar, en la torre de la iglesia de San Juan Bautista, pero el monumento más
significativo de la localidad es su castillo. Data del siglo XII y está
declarado Bien de Interés Turístico Cultural. Fue uno de los principales
castillos medievales navarros por su situación fronteriza en el límite con
Aragón y residencia de diversos reyes. El edificio ha ido sufriendo sucesivas
reformas aunque aún conserva parte de su semblante militar. En el siglo XIX fue
ampliado y restaurado en estilo neogótico tal como dejan ver los arcos
apuntados de sus ventanales.
¡Rediós! Nos tenemos que ir a la
carrera porque se nos ha echado encima la hora del vermouth y estamos muy lejos
de nuestros dominios. Con Dios.
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