Andanza XLIX: Erro, Valle de
Día: 07/06/2015
Menuda se nos avecina hoy. Toca valle y de esos
descomunales, en extensión y en esplendor, y encima el tiempo sigue acompañando. Vamos
a por el pirenaico valle de Erro que tiene, ni más ni menos, trece concejos y
lugares habitados, traídos a colación por orden de acometida: Ardaitz,
Larraingoa, Urniza, Loizu, Aintzioa, Orondritz, Esnoz, Erro, Zilbeti,
Lintzoain, Biscarreta-Gerendiain, Mezkiritz y Aurizberri-Espinal.
Esta caprichosa Navarra tiene tantas excelencias que
hay momentos en que se nos acaban las expresiones literarias para describirlas,
pero siempre hay un roto para un descosido, así que en esta ocasión vamos a
echar mano de María Zambrano. Resulta curioso que la mujer, que tan bien se
desenvuelve con las humanidades, no está demasiado representada en el ámbito de
la filosofía, pero esta señora es una de esas notables excepciones. Ella
inventó eso de la “razón poética”, y se nos antoja que probablemente lo hizo
tras dejarse seducir por el valle de Erro, aunque sobre esto, tan cierto como
el Evangelio, no se mencione nada en su biografía. Su razón poética era un
intento de desplazamiento a la dimensión del sentir vital, desde donde fuera
posible alcanzar los niveles de la realidad que están más allá de la conciencia
racional. Y esto, que puede parecer una disquisición filosófica impenetrable
para algunos, en realidad no viene a ser más que la expresión en palabrería de
un instante de recogimiento frente a la inmensidad de nuestro valle. Y no vamos
a seguir con gongorismos para no fastidiar al personal.
Nosotros a lo nuestro, que es hacer ruido y levantar
polvo por sendas y vericuetos. Atacamos primero al Erro profundo, el del sur,
el que nos sorprende con rincones perdidos como Larraingoa o Urniza, donde el
tiempo se ha detenido, y si no se ha detenido avanza a paso lento, muy lento.
Todos los pequeños lugares que ocupan la parte meridional del valle se
encaraman en sus alturas como huyendo del bullicio del otro Erro, el Erro por
el que transita el Camino de Santiago y su río de peregrinos. En su capital,
que da nombre a todo el valle, un amable lugareño que atendía la sociedad del
pueblo (ponen unos pinchos que te mueres) nos aconsejó llegar hasta Zilbeti,
lugar escondido y paradisiaco donde los haya, por una pista forestal tipo
montaña rusa que atraviesa el bosque, y nosotros, obedientes, por allí fuimos,
con tanto atractivo que se nos fundían las retinas, y al llegar al pequeño
Zilbeti, en su misma entrada nos parecía ver pasearse todavía a los
carabineros. Después otra polvorosa pista nos dejó caer en Lintzoain, donde no
para de sorprender al viajero su atípica iglesia rosa, que dice el cura que lo
de pintarla así fue cosa de la Virgen, por aquello de quitarle un poco de esa
solemnidad que espanta a los fieles.
Desde Lintzoain nos incorporamos ya al Erro más tumultuoso, el de Viscarret, Mezkiritz y Espinal, que por esta época del año ya empieza a estar plagado de peregrinos y turistas, tan plagado que los muy jodidos nos dejaron sin sitio para comer en una casa de comidas de Espinal que el amable lugareño de Erro nos había recomendado. Una pena, otra vez será; así que con el estómago gruñendo en protesta por el retraso, no nos quedó otra que buscar amparo reconstituyente en Zubiri, también hasta la bandera de peregrinos. Pero más vale comer tarde que más tarde, o no comer.
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