Andanza XIII: Arano - Arantza
Día: 19/03/2014

Resulta que Arano es uno de los pueblos más aislados de Navarra, se ubica en la zona más noroccidental de la Merindad de Pamplona en
el límite con Guipúzcoa, provincia con la que tiene mejores comunicaciones,
pues se encuentra a 18 kilómetros de Hernani. A fuerza de parecer pelmazos,
reiteramos nuestra fascinación por los increíbles paisajes del territorio.
Naturaleza agreste, bosques eternos en un continuo sube y baja por carreteras
en las que difícilmente se cruzan dos motos. Hemos contado 18.547 curvas entre
Lekunberri y Arano, vía Uitzi-Leitza-Goizueta (a ojo de buen cubero). En Arano
hay una tasca (dan comidas) y su amable camarero nos confesó que aquí fue donde
el diablo tentó a Jesús, no en Palestina. Y es que las vistas no dejan lugar a
dudas al respecto, pues Arano es el único pueblo de Navarra desde donde se ve
el mar, ese mar que fue navarro hasta que el Señor de Vizcaya y los oñacinos se
lo guindaron a Sancho VII allá por 1200.
Bueno, hemos
ya de dejar Arano con destino Arantza. En línea recta ambas localidades se
encuentran separadas por unos 15 kilómetros aproximadamente, por carretera hay
alrededor de 70. La ruta más rápida y corta
es a través de Guipúzcoa; hay que ir hasta Hernani y de aquí a Irún y
coger la N-121-A con dirección Pamplona.
Arantza limita
al norte con Lesaka, al este con Igantzi y Sunbilla, al sur con Ituren y
Zubieta y al oeste con Goizueta, formando parte de la comarca de Cinco Villas,
siendo uno de sus pueblos más escondidos y montañosos, aunque sin llegar a los
extremos de Arano. En el término de Arantza se encentran diseminados multitud
de caseríos, en los que aún se mantiene el modo de vida tradicional, si bien
complementado con el trabajo en las industrias de Bera y Lesaka.
Y colorín
colorado, como este cuento todavía no ha acabado se nos ha echado encima la
hora de comer. Hoy tenemos bula, es el día del padre, así que, por ensalmo nos
viene como anillo al dedo esta conmutación del estoicismo semanal por el
hedonismo festivo. Un pajarito nos ha soplado las excelencias de un asador de
Mendillorri. Allí, en buena compañía y hermandad hemos dado cuenta de bichos de
tierra, mar y mixtos (había ranas). Ad libitum, al fin y al cabo, nos dan igual
unos días de más en el Purgatorio.
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