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martes, 15 de diciembre de 2015

Arano - Arantza

 
Andanza XIII: Arano - Arantza

Día: 19/03/2014

Día atípico el que nos ocupa: no es domingo. Teníamos intención de sacarle provecho, pero no imaginábamos hasta que extremo. En nuestro punto de mira se situaban las localidades de Arano y Arantza; sólo dos, se nos antojaban pocas y pensábamos que iríamos sobrados de tiempo. ¡Qué ilusos! Al final 320 kilómetros.

Resulta que Arano es uno de los pueblos más aislados de Navarra, se ubica en la zona más noroccidental de la Merindad de Pamplona en el límite con Guipúzcoa, provincia con la que tiene mejores comunicaciones, pues se encuentra a 18 kilómetros de Hernani. A fuerza de parecer pelmazos, reiteramos nuestra fascinación por los increíbles paisajes del territorio. Naturaleza agreste, bosques eternos en un continuo sube y baja por carreteras en las que difícilmente se cruzan dos motos. Hemos contado 18.547 curvas entre Lekunberri y Arano, vía Uitzi-Leitza-Goizueta (a ojo de buen cubero). En Arano hay una tasca (dan comidas) y su amable camarero nos confesó que aquí fue donde el diablo tentó a Jesús, no en Palestina. Y es que las vistas no dejan lugar a dudas al respecto, pues Arano es el único pueblo de Navarra desde donde se ve el mar, ese mar que fue navarro hasta que el Señor de Vizcaya y los oñacinos se lo guindaron a Sancho VII allá por 1200.

 
Bueno, hemos ya de dejar Arano con destino Arantza. En línea recta ambas localidades se encuentran separadas por unos 15 kilómetros aproximadamente, por carretera hay alrededor de 70. La ruta más rápida y corta  es a través de Guipúzcoa; hay que ir hasta Hernani y de aquí a Irún y coger la N-121-A con dirección Pamplona.

Arantza limita al norte con Lesaka, al este con Igantzi y Sunbilla, al sur con Ituren y Zubieta y al oeste con Goizueta, formando parte de la comarca de Cinco Villas, siendo uno de sus pueblos más escondidos y montañosos, aunque sin llegar a los extremos de Arano. En el término de Arantza se encentran diseminados multitud de caseríos, en los que aún se mantiene el modo de vida tradicional, si bien complementado con el trabajo en las industrias de Bera y Lesaka.

Y colorín colorado, como este cuento todavía no ha acabado se nos ha echado encima la hora de comer. Hoy tenemos bula, es el día del padre, así que, por ensalmo nos viene como anillo al dedo esta conmutación del estoicismo semanal por el hedonismo festivo. Un pajarito nos ha soplado las excelencias de un asador de Mendillorri. Allí, en buena compañía y hermandad hemos dado cuenta de bichos de tierra, mar y mixtos (había ranas). Ad libitum, al fin y al cabo, nos dan igual unos días de más en el Purgatorio.

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