Cascante - Cáseda - Castejón
Andanza XXXVIII: Cascante - Cáseda - Castejón, más el olvidado Figarol
Día: 11/01/2015
Otra sesión de Ribera nos espera, acompañada, eso sí, de una incursión en la Navarra Media.
Pero como de humanos es errar, resulta que en la pasada Andanza se nos escapó
un pueblo: Figarol, que si bien no es municipio independiente, sino concejo subordinado
a Carcastillo, lo pasamos por alto involuntariamente, así que hoy, aunque con
retraso, toca hacerle los honores.
Arrancamos nuestro quehacer con las miras puestas en Cascante, villa de
la Ribera perteneciente a la Merindad de Tudela y ubicada en el valle del río
Queiles. Cascante rompe con la monotonía urbanística de otras villas de la Ribera,
dado que cuenta con un patrimonio arquitectónico civil y religioso que abruma.
No es de extrañar, pues rezuma historia en cualquiera de sus rincones y es que
de casta le viene al galgo. Fue un antiguo poblado celtíbero que se convirtió
en un importante enclave romano (Cascantum), incluido dentro del itinerario
romano que comunicaba Tarragona con Astorga y de cuya importancia dan fe
Ptolomeo, Plinio, Antonino y Tito Livio. Ahí es nada. Hasta acuñó moneda
propia, celtíberas primero e hispano-romanas durante el mandato del emperador
Tiberio. Es la única ceca de la Antigüedad de la que se tiene constancia en
Navarra.
Detallar los tesoros de Cascante sería prolijo y aquí nos falta espacio,
pero bien merece una visita su casco viejo, entramado de calles con numerosos
recovecos y lleno de palacios blasonados herencia de antiguos linajes; por
supuesto, ineludible es la visita a la Basílica del Romero, amable con quien
peregrina hasta allí, pues lo protege del frío cierzo con su magnífica arquería
barroca, un escenario de sorprendente belleza y originalidad.
El tiempo apremia,
así que hemos de dejar Cascante con gran pesar rumbo a Castejón, villa también
perteneciente a la Merindad de Tudela y nudo de comunicaciones. Situada a
orillas del Ebro, su distribución urbanística está trazada a escuadra y
cartabón, tanto que parece de nueva creación, y en parte lo es pues se segregó
de Corella como municipio propio en 1929. Castejón ha sido históricamente, lo
mismo que Alsasua, uno de los nudos ferroviarios más importantes de la zona
Norte. Aquí enlazaban la línea Castejón-Bilbao, inaugurada en 1863, con la de
Pamplona-Zaragoza, en servicio desde 1861, y que en 1865 quedó prolongada hasta
Alsasua, donde empalmaba con la de Madrid-Irún. Más tarde, en 1941, se abrió al
tráfico ferroviario la nueva línea Castejón-Soria, hoy abandonada. Castejón
guarda sus recuerdos en un magnífico Museo del Ferrocarril.
Abandonamos
Castejón para pagar una deuda y es la que tenemos con Figarol por haberlo
olvidado la semana pasada. No nos escuece pagar este débito porque casi nos
pilla de camino hacia Cáseda tomando un pequeño desvío. Figarol es un pequeño poblado dependiente de Carcastillo, con unos 385
habitantes, fundado en 1962 y situado en una antigua finca donada al Monasterio
de la Oliva. Hemos decidido tomar aquí un refrigerio y hemos acertado. Qué
mejor sitio que el albergue Doshaches. Excelente txistorra y todo amabilidad. A
sus propietarios se les ocurrió transportar hasta aquí el año 2005 un barco
merlucero cantábrico de 16 metros de eslora fabricado en Hondarribia y que
actualmente se encuentra varado en el césped frente al albergue, sirviendo como
apartamento de cuatro plazas. Uno puede sentirse marinero tierra adentro por
unos cuantos euros.
Cáseda es nuestro punto y final para hoy,
pero antes hemos de hacer parada en otro pequeño concejo subordinado a esta
villa: San Isidro del Pinar. Curioso lugar, sí señor, con 33 habitantes, está
plagado de pequeñas palmeras y segrega sosiego y paz por sus cuatro esquinas.
Terminamos. Cáseda es una villa situada en la Merindad de Sangüesa, con
una población de algo más de 1000 habitantes. Fue un
emporio medieval fortificado asentado en un cerro junto al río Aragón.
Todavía conserva numerosos vestigios de su pasado, entre los que destaca el puente
de nueve arcos -el segundo mayor de Navarra, tras el de
Tudela- y la iglesia gótica de Santa María. Sereno y seductor es el paseo por su casco histórico, bien
cuidado y colmado de palacios y casas nobles. Desde lo alto del pueblo se
contempla un bello paisaje con el río Aragón como protagonista, impasible,
durante siglos ha visto pasar almadías, ejércitos y ganados en trashumancia.
Rediós, se nos ha hecho tarde. No nos queda otra
que buscar mesón camino de casa. Estimamos que Ujué es buen lugar, pues resulta
que el estómago tiene memoria histórica y se acuerda perfectamente del asador
Uxue y sus buenos manjares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario