Andanza XXX: Berrioplano/Berriobeti - Berriozar
Día: 09/11/2014
Qué
bonito mientras duró ese insólito veratoño, pero se acabó. La naturaleza,
finalmente, ha puesto a cada uno en su sitio, incluido el mes de noviembre,
quien ahora campa a sus anchas con temperaturas frescas, más bien frías, sus
correspondientes humedades y esos colores otoñales que todo lo impregnan en
extraño mestizaje entre melancolía y variedad cromática.
Hoy, con el horizonte nublado, tanto el
atmosférico como el mental, este último por culpa de la celebración de un
cumpleaños sorpresivo, comunal, descomunal y corporativista, nos vemos en la
obligación de poner en práctica nuestra andanza motera con cuerpo indolente,
pues el deber es lo primero (nos fuimos de la fiesta sin pagar).
Bueno, ese otro deber que se nos ha vuelto imposición, nos lleva en
esta jornada a Berrioplano-Berriobeti y a Berriozar. Berrioplano es una cendea
y cendea es el nombre tradicional que recibe una
congregación de pueblos en la Cuenca de Pamplona, o sea un municipio compuesto,
que cuenta con un número determinado de concejos, diez en este caso y que son
los siguientes: Aizoáin, Añézcar, Artica, Ballariáin, Berrioplano, Berriosuso,
Oteiza de Berrioplano, Elcarte, Larragueta y Loza.
Todos ellos se encuentran muy próximos a
Pamplona; el más lejano, Larragueta, se sitúa a unos 10 kilómetros; otros como
Berrioplano o Aizoáin se han convertido en gran medida en urbanizaciones
residenciales de la capital. Artica ha pasado a ser un apéndice de Pamplona y a
la vista del desarrollo urbanístico que ha experimentado de poco tiempo a esta
parte, es probable que termine por segregarse de la cendea para convertirse en
municipio independiente.
En contraste con los anteriores se presentan los
pequeños concejos de Ballariáin, Oteiza, Elcarte o Larragueta, que sin soslayar
del todo el influjo de la capital por proximidad, conservan aún cierto aspecto
rural y bucólico, mostrando un urbanismo anárquico de origen medieval en medio
del cual sus iglesias exhiben el recio empaque de ese románico tardío ya
influenciado por un gótico que se va imponiendo poco a poco.
A medio camino quedan localidades como Berriosuso
o Añézcar, algo desnaturalizados pero sin caer del todo en las garras del
expansionismo del área de solaz y esparcimiento de Pamplona.
En fin, la Cendea de Berrioplano es un territorio
ecléctico donde, a pocos kilómetros de la capital, todavía se puede disfrutar
de lugares asilvestrados, en los que el sosiego y la serenidad hacen oídos
sordos al bullicio y agitación de la que alardean otras localidades
administrativamente hermanas, algunas de las cuales van poco a poco diluyéndose
en el mar de la metrópoli.
En cuanto a Berriozar poco hay que contar. Aunque
es villa independiente, más parece un barrio de Pamplona. Cosmopolita y algo
convulsa, se articula a manera de pueblo-calle, configurado así por su
condición de puerta de entrada a la capital desde el corredor de la Barranca y
que perdió hace luengos tiempos cualquier atisbo de singularidad.
Pues nada, por hoy
ya se ha acabado, así que nos vamos rápidos a casa a lamernos las heridas de la
noche anterior, que menudo “disgusto” pasamos y que alguno/as les pilló a
traición. Un complot bien urdido, sí señor. “La conjura de los 50 años”, casi parece
el título de una obra de teatro.
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