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domingo, 20 de diciembre de 2015

Eslava - Esparza de Salazar


Andanza L: Eslava - Esparza de Salazar

Día: 14/06/2015

Celebración habemus. Hoy cumplimos 50 andanzas embarcados en esta travesía que es  Navarra de la A a la Z, cuya inmensidad ha dado lugar a que hayamos perdido hace tiempo la cuenta de los pueblos y kilómetros recorridos, que son muchos, pero muchos, muchos. Para celebrarlo la divina providencia ha decidido que sean Eslava y Esparza de Salazar los lugares de destino, y el azar, que tiene conciencia, bien sabe el porqué de este albedrío.


Nuestro primer destino, Eslava, es una pequeña localidad de la Merindad de Sangüesa, situada en la carretera que une la propia Sangüesa con Tafalla. La pueblan unos 130 habitantes y su casco urbano no destaca por nada en particular, sin embargo su término municipal esconde una joya arqueológica: la ciudad romana de Santa Criz. Lamentablemente el visitante no llega a apreciar gran cosa, pues la mayor parte del yacimiento se encuentra cubierto con una lona; sin embargo, se trataba de un espacio público de carácter monumental, todavía en proceso de excavación y que no deja de sorprender a los arqueólogos por sus espectaculares hallazgos.


Continuamos, ahora rumbo norte, escalando el motero alto de Aibar desde cuya cima ya se divisa la inmensidad del Pirineo. Y hacia allí vamos, a la comarca del Roncal-Salazar, en búsqueda de una perla: Esparza de Salazar. Dice el censo que 82 son sus vecinos agraciados, pues la exclusividad de residir en un entorno tal es eso, un privilegio. Una regalía para ellos y de rebote una porción de envidia para los demás.


Y es que ya Rousseau elucubró sobre la diferencia entre el hombre natural y el hombre social. El primero es aquel que vive en el estado de naturaleza, como los vecinos de Esparza de Salazar. Para Rousseau el hombre en estado de naturaleza sería un hombre bueno y feliz. Pero mire usted por dónde, el hombre natural se ha de enfrentar al hombre social, aquel que viene de un estado de sociedad o estado cultural, o sea a los turistas domingueros. En este estado social, el hombre no es un ser feliz y bueno, sino que está llevado por un egoísmo malsano y le corroe la envidia ante las prerrogativas del hombre natural y por eso viene a sorberle la esencia de su hábitat. Eso decía Rousseau, y por esa regla de tres nosotros también les hemos chupado una buena parte de su sustancia vital mientras paseábamos por sus empedradas callejuelas admirando sus muy cuidadas viviendas, coloreadas por flores en tropel. Les hemos robado una porción de tranquilidad, pero eso es algo a lo que ya están acostumbrados.


En fin, verdaderamente hemos de incluir un nuevo pequeño gran placer en nuestro particular catálogo de los goces, y es el de escuchar el rumor del río Salazar a su paso por el puente que da acceso a esta villa, contemplando los paisajes del entorno a las puertas de la Selva de Irati.


Y para terminar de dar satisfacción a los sentidos, una vez complacido el de la vista, ahora, volviendo sobre nuestros pasos, vamos a dar alegría al del gusto, en un restaurante nuevo que han abierto en Domeño, donde ponen unas bolas rellenas de queso del Roncal de lo más agradecidas; mas no es oro todo lo que reluce, porque parece que allí espera una tormenta con malas intenciones. Y  efectivamente se cumplen. Tenía propósito de refrescarnos y la muy cabrona ha esperado a que retomáramos la ruta para descargar una tromba de agua primaveral. En fin, por lo menos nos ha dejado saborear tranquilamente las bolas de queso.












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