Andanza LV: Etayo - Etxalar
Día: 25/10/2015
No hay animal más sabio que el
perro y hoy hemos amanecido con el ánimo del perro de los estoicos; sí, ése que
por viajar atado a la parte trasera del carro del destino, se deja arrastrar
sufridamente porque sabe que oponerse a su inexorable avance significa una
lucha eterna, un esfuerzo colosal premiado con la extenuación. Nosotros, como el can filósofo, también acatamos nuestro destino con resignación. Nos arrastra
el rumor de un canto de sirenas, que no es otro que el de la atracción por el
continuo peregrinar de pueblo en pueblo de la Navarra inmensa e inacabable.
Es nuestra misión generosa en
satisfacciones y resulta que el sinfín de andanzas que hasta la fecha hemos
llevado a buen puerto siempre ha presentado expectativas, pero hay días en los
que la premonición ya avisa sobre la sustancia de alguno de los lugares a
visitar. En esta jornada haremos los honores a Etayo y Etxalar. Un ejercicio de
fisgoneo por Tierra Estella y por la comarca de las Cinco Villas.
Al lío. Etayo es un pequeño
pueblo expectante, de menos de 80 habitantes, sito al sur del cerro de San
Cristóbal, en la Tierra Estella Occidental, que gustó de erigirse en señor de
sus dominios encaramándose un poco sobre sus vecinos al regazo de una suave
ladera, lo justo para mirarlos por encima del hombro e inquirir a la vez sobre
cuanto se cuece en Valdega. No es que Etayo peque de soberbia, sino que gusta
de distraerse en su soledad. Contemplativo y escudriñador, así se le pasa la
vida, con templanza, al acecho de acontecimientos que probablemente nunca
acontecerán. Y cuando parecía que ya se nos había contagiado algo del temple
contemplativo de Etayo, espabilamos de improviso, pues nuestro siguiente
objetivo queda lejos y no hay tiempo que perder.
Proa al norte, nuestra montura no
navega sino vuela en búsqueda de otro de esos lugares sustanciosos que no deja
impasible a nadie. Es Etxalar, una localidad asentada entre montañas y prados,
de la que son vecinos unos 850 privilegiados habitantes. Situada en el límite
occidental del Pirineo y a tan solo 25 kilómetros del mar Cantábrico, se
beneficia por ello del atemperamiento climatológico marino. Etxalar forma parte
de las Cinco Villas de Navarra junto con Arantza, Igantzi, Lesaka y Bera,
alguna de las cuales ya ha sido objeto de nuestra curiosidad.
Mantienen todos
estos pueblos un marcado carácter y atributos singulares, conservados vivamente
a lo largo de los siglos. Es éste uno de esos pueblos donde el arraigo entre el
hombre y la tierra se respira en el ambiente, algo muy común en esta zona de Navarra.
Su caserío anárquico se despliega en varios barrios atravesados por afables
arroyos, otras barriadas se esparcen fuera del casco urbano, con viviendas que
ahora pueden presumir de prados y eras. Sus casas son majestuosas, construidas
a base de piedra y madera, adornadas con entramados, grandes portalones,
escudos heráldicos y flores hasta deslumbrar. Muchas de ellas tienen nombre e
historia propia y casi entidad jurídica; se perpetúa la casa más allá de sus
dueños.
La tradición se aferra con uñas y
dientes; sin embargo, los tiempos no pasan en balde. El duro trabajo del
caserío no permite la autosuficiencia, así que muchos de ellos se han visto en
la obligación de reciclarse, cambiando en cierta medida la fisonomía del
paisaje. Una buena salida ha sido convertirse en casas rurales, manteniendo el
arquetipo de una ficción ya trasnochada, pero que funciona muy bien.
Si hay algo por lo que es
conocido popularmente Etxalar es por sus palomeras. Desde ellas se practica una
ancestral forma de caza de estas aves, documentada desde el siglo XV. Las
palomeras son unas torres elevadas, en las que se encaraman los cazadores,
arrojando a las palomas una especie de paletas que simulan ser aves rapaces,
obligándolas a descender a baja altura, siendo capturadas con redes. Es esta
una práctica que se ha logrado mantener aquí en aras a la conservación de la
tradición, pues en el resto del país está prohibida.
Las palomeras se ubican en un
altozano existente entre los montes Larun y Peña Plata, en la ladera del monte
Iarmendi, colindando con la localidad francesa de Sara, uno de los pasos de
menor altura del Pirineo. Entre el 1 de octubre y el 20 de noviembre, cazadores
de ambos lados de la frontera se ejercitan en esta tarea, cuyo apogeo es el
tercer domingo de octubre, cuando se celebra el "Día de la Paloma".
Cerramos con un chascarrillo: la polémica sobre quién
es el personaje más famoso y universal de Etxalar. Hay quienes dicen que
Carmen, personaje principal de la novela del igual título de Prosper Mérimée,
inmortalizada en la ópera de Bizet; que presumía de ser oriunda de esta villa.
Pero otros dicen que no, que el más famoso es el abuelo de cierto expresidente
del gobierno con bigote. Para gustos hay colores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario